Dichosos y venditos, los que hemos tenido, la suerte enorme de abre sido paridos en esta tierra. Y vendidos los que eligieron alguna ves este país para vivir. Como dicen que santo domingo es una luz de esperanza, y es verdad porque en el momento menos pensado aparece una mano que nos ayuda.
Como en la década de 1844 del siglo pasado, desembarcaron aquí miles y miles de inmigrantes que venían huyendo de una guerra tan cruel y despiadada como son todas las guerras. Donde se matan miles de hombres que no se conocen entre si, quizás por tres o cuatro mal nacidos, que contarde de echarse unos pesos ajenos al bolsillo, son capases de cualquier daño.
Y así fue que llegaron. Aquellos a quienes les llamamos cariñosamente “gringo, gallegos, haitiano etc.” Quien no tiene algo de “africano, francés, haitiano, español, etc.” Algunos se frenaron y acamparon en plenos cañaverales y levantaron pueblos, trabajaron y trabajaron y nos enseñaron muchas cosas. Otros llegaron a pueblos y ayudaron para que esos pueblos hoy sean ciudades, como ejemplo nuestros padres de la patria. (DUARTE, SANCHEZ, Y MELLA.), que son orgullo de los dominicanos.
Aquellos viejos inmigrantes, que fuero abuelos de muchos de nosotros. De los que aprendimos tanto y a los que extrañamos tanto, porque ya no están se los llevó el tiempo.
Y hoy muy a pesar nuestro, porque ninguno de nosotros quiere con mucho dolor, a Europa y a gran parte del mundo les estamos devolviendo los abuelos en forma de hijos, nietos, y los chicos nuestros. Que costo tanto para que estudiaran, porque aveces no querían estudiar o porque no nos alcanzaba el dinero. Pero tienes que estudiar, porque un titulo te va a dar mejores oportunidades en la vida.
Que oportunidad, hoy los chicos están aterrorizados, este año termino la universidad, seré un desempleado mas o tendré que irme tan lejos como dice el cantante de rap (EL LAPIZ CONCIENTE) a vivir una cultura diferente. Y allá van dejando las calles que los vieron dar los primeros pasos, que lo vieron jugar béisbol en la calle, dejar la casa, la familia, dejar a papa y mama. Y esa silla bacía y a la ves tan llena de ausencia.
El domingo es el peor porque entre semana corremos con horarios diferentes, pero el domingo estamos todos a la hora del almuerzo. Y esa silla bacía duele más que nunca, y mamá con el plato en la mano se pregunta: ¿abra comido?, ¿tendrá frío?, ¿nos volveremos a ver?
Es increíble, tener que dejar todo por lo que has vivido y los que han vivido por ti. Por tener que irse, a buscar algo que aquí debería sobrar, irse a buscar simplemente un empleo. Por la dignidad que da el trabajo, vamos a lograr que los chicos vuelvan y se sienten alrededor de la mesa y nunca más se tengan que ir. Y de hay mostrarle al mundo que republica dominicana esta de pies que en santo domingo se puede, siempre se puede.
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