Hay un país en el mundo colocado en el mismo trayecto del sol.Oriundo de la noche.Colocado en un inverosímil archipiélagode azúcar y de alcohol.Sencillamente claro, como el rastro del beso en las solteras antiguas o el día en los tejados.Sencillamente frutal. Fluvial. Y material.Y sin embargo sencillamente tórrido y pateado como una adolescente en las caderas.Sencillamente triste y oprimido.Sinceramente agreste y despoblado.En verdad.Con tres millones suma de la vida y entre tanto cuatro cordilleras cardinales y una inmensa bahía y otra inmensa bahía,tres penísulas con islas adyacentes y un asombro de ríos verticales y tierra bajo los árboles y tierrabajo los ríos y en la falda del monteal pie de la colina y detrás del horizonte y tierra desde el canto de los gallosy tierra bajo el galope de los caballosy tierra sobre el día, bajo el mapa, alrededor y debajo de todas las huellas y en medio del amor.Entonces es lo que he declarado. Hay un país en el mundo sencillamente agreste y despoblado.Algún amor creerá que en este fluvial país en que la tierra brota,y se derrama y cruje como una vena rota, donde el día tiene un triunfo verdadero,irán los campesinos con asombro y apero a cultivarcantando su franja propietaria.
Pedro Mir escritor dominicano
Pedro Mir escritor dominicano
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